sábado, julio 26, 2008

cerrado por vacaciones


sábado, julio 19, 2008

retrato de Des de pérfil

...lo llamaban Des por su destierro tardío . Por las calles siempre en venta se le veía bajar o subir fuera de sí. Junto a la tapia su cuerpo de salamandra entre los grafitis y de allí al descampado. Des era también destino y desaparecido en el café central , donde preguntaban por él los desalmados, para robarle el nombre, o el alma en un descuido...

martes, julio 15, 2008

chinos jugando a las cartas

Quería comprar una máquina de coser, tensar la tela con los dedos bien abiertos y presionarla, hacerla deslizar bajo el filo metálico sobre su velocidad vertical.En lugar de una singer encontró a los chinos formando un corro alrrededor del mostrador. Estaban jugando a las cartas y uno de ellos increpaba a otro. Seguramente le decía que era su turno en la jugada, que no divagara más, que jugara.Los observó durante un rato, invisible para ellos su voz y su presencia, cuerpo de occidental transparente al peso de los siglos. Haber irrumpido en aquella escena tan clara y delimitada le condujo por un instante al centro de otra cultura. Nada había pasado que no fuera el privilegio de entrar en esa hora detenida .

jueves, julio 03, 2008

denver, por ejemplo

Estoy inventando, aun cuando sé que esto no es posible. Llegarán las visitas y me sentaré alrrededor del café a escuchar, y en algun momento, tal vez cuando alguien pida un cenicero, diré algo que sonará como la prolongación de las cortinas, palabras en metro y medio más de tela, palabras de cortina muerta, dejadas caer por su peso liviano, de textura silenciosa. Y un dia, tal vez después del café, saldré al callejón que conduce a las afueras de la ciudad y llevaré conmigo ese trozo de tela que salió de mi boca para silenciarse detrás de los sillones ,como huecos del hilvan, y allí quedaran abandonadas a la suerte de las tormentas de verano, quedaran hechas jirones, irreconocibles. Quien las encuentre, que trate de inventar , que las recoja del suelo con asco y las deje en su casa, cerca de la caseta del perro que mataron por morder el muslo de la vecina, y cierre la puerta detrás de ese rastro apelmazado y se apresure a hacer las maletas, porque ha quedado en Denver con una desconocida, la hija de una antigua amiga a la que hace veinte años que no ve, y vuelve un mes cualquiera, cuando ya la desconocida ha sido su amante y se han abandonado, y está sentado en el salon de invierno, y mira el reloj calculando el tiempo que han de tardar . Espera una visita. Mientras sirve unas cervezas musitará unas palabras que pasarán inadvertidas cerca de las rodillas de los invitados, rodarán por la alfombra , incrustándose en ella , como migas sin destino.