idiot wind
La vespa es roja y se inicia con tu nombre. Sólo porque el viento nos golpeaba a la contra nos creímos fugitivos. Porque quería acercarme a tu espalda , apenas sí me acercaba, no fueras a pensar por el pasillo infraleve que separaba nuestras ropas , que quería acercarme a tu espalda.
Hasta el cristal la luz de tan frágil calentura en mí bañada. Y el silencio ensordecedor del silencio. Como en el patio de butacas mordías la palomita , a cámara lenta, tragas saliva y miras al fondo la linea de los árboles. Porque quiero tocar tu brazo me alejo ahora que ya no somos fugitivos, sino parias.
Hasta aquí hemos llegado . La imposible inmanencia del asombro se hace carne porque fuimos abandonados al sueño de los ojos. No conoce el cansancio la ceguera. Ni el amor, la espesura del umbral. Y ahora,
el horizonte está a veinticuatro kilómetros. En el mar, a veinticuatro kilómetros. Mi rebeldía sin miedo y sin esperanza. A sólo veinticuatro kilómetros, el horizonte.
Pozos y simas precipitándose en el vacio, hacia el confín de sus huecos .Arrastrados por la brisa a favor de la caida. El único sueño primero catapultado al país de la mentira, hoyando el nido de la bala , tu nombre muerto.
Regresaré a la insolencia , mascaré chicle de fresa ácida y no seré una preguntona. Mirarte solo, y devolver la cabeza al diario. Ver desdibujado y apuntalar mis cuencas, saciarlas de error.
Al olor temprano de la goma de borrar, tu nombre muerto.
Hasta el cristal la luz de tan frágil calentura en mí bañada. Y el silencio ensordecedor del silencio. Como en el patio de butacas mordías la palomita , a cámara lenta, tragas saliva y miras al fondo la linea de los árboles. Porque quiero tocar tu brazo me alejo ahora que ya no somos fugitivos, sino parias.
Hasta aquí hemos llegado . La imposible inmanencia del asombro se hace carne porque fuimos abandonados al sueño de los ojos. No conoce el cansancio la ceguera. Ni el amor, la espesura del umbral. Y ahora,
el horizonte está a veinticuatro kilómetros. En el mar, a veinticuatro kilómetros. Mi rebeldía sin miedo y sin esperanza. A sólo veinticuatro kilómetros, el horizonte.
Pozos y simas precipitándose en el vacio, hacia el confín de sus huecos .Arrastrados por la brisa a favor de la caida. El único sueño primero catapultado al país de la mentira, hoyando el nido de la bala , tu nombre muerto.
Regresaré a la insolencia , mascaré chicle de fresa ácida y no seré una preguntona. Mirarte solo, y devolver la cabeza al diario. Ver desdibujado y apuntalar mis cuencas, saciarlas de error.
Al olor temprano de la goma de borrar, tu nombre muerto.
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