fue todo normal, a mí no me lo pareció.Caminaba hacia la peluquería con un formato ladrillo anagrama para mi entretenimiento en tan desquiciado lugar.Antes me detuve en un cajero automático a sacar dinero.Me fuí rápidamente pues pensaba que llegaba tarde, y digo pensaba o creía pues nunca llevo reloj y como no se qué hora es exactamente, tan sólo puedo hacer estimaciones al vuelo.Cuando estaba a punto de llegar me dí cuenta de que algo me faltaba.Siempre llevo un peso imposible en la mochila, y esta es sin duda la razón de que pierda tantas cosas. La continua sensación de peso me impide calibrar lo que llevo y lo que me dejo en el camino.El libro, lo que me faltaba era el libro.Estaba segura de haberlo cogido de casa.Lo llevaba en la mano.Era un libro prestado de la biblioteca pública . No podía perderlo.Lo habré dejado en el cajero, pensé. No creo que me lo roben, ¿quién hoy robaría un libro?No lo he podido dejar en el cajero, pensaba mientras volvía. Es un ladrillo, lo habría visto antes de salir.!cómo no esté!!llegaré tarde a la peluqueria!(esta sí es una frase eminentemente femenina).Casi en la puerta del banco mis ojos saltaron ansiosos sobre el cajero. no se veía nada.Allí no está,maldita cabeza!fue impresionante, verlo aparecer, como un camaleón descubierto, las tapas grises del tomo de anagrama asomaron de la superficie idéntica e imposiblemente gris de aquel cajero mágico. el mismo color gris, el mismo y dificil color gris del cajero casi rapta mi libro prestado. la contraportada era la parte visible y la reseña en pequeñas letras negras casi no se veía. Aún no soy capaz de explicarme por qué este acontecimiento, en apariencia tan banal, causó en mí una emoción tan ...Y no fue la alegria del objeto encontrado, sino el descubrimiento de su trampa perfecta la que lo convirtió en un hecho incomparable y vivo.
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