la carta
Desde todos los flancos nos están atacando. Casi tres días sin dormir. Sabemos que en algún momento entrarán y se acabó. A dormir, por fin. Todos están aquí, cerca de mí, estoy más solo que nunca. Escribí una carta hace días y me pregunto si llegará a tiempo . A tiempo, de qué. Tenía que haber borrado algunas cosas. Cosas que ahora no diría. La escribí con manos seguras. Me veo hacerlo, en una mano el lápiz , el trazo transparente y firme. En la otra un puñado de arena se dejaba llover entre los dedos. Cada palabra desbrozada del campo de las posibles, calculadas para que cayeran sobre la hoja , y nunca sabrás que fue rubricada como un bodegón de estudio. Dos puertos vacios van a leerme y tras sus soportales pedirás explicaciones que ya no podré darte. Esa no es la carta, no la reconozco, es una carta extranjera y necesita traductor. Llevo tres días sin dormir. No quedaba papel y me las ingenié aprovechando tu ultima misiva . Pisando tus palabras están las mías. Entonces, hace apenas unos días, me pareció un juego , hacer coincidir la ese de tu beso con el sofocante calor en el frente. Estirar mi ele hasta alcanzar la tuya en unos labios que caían en lo lamentable de nuestra situación. Me atreví a profanar la inclinada cruz de tus explicaciones con mis excusas. Y para ello, para que todo cuadrara, para que cada pensamiento tuyo encontrara su molde en el mío, te mentí. Dibujé contrafiguras para provocar tu desconcierto. Me deleité imaginándote parpadeando confusa , en tus manos, el mismo papel que salió de tus manos, mis nombres translúcidos en litera con los tuyos. Sonreía con sólo intuir tu perplejidad. Ya habría tiempo para las aclaraciones, para la risa que remonta el recuerdo. Sabemos que están cada vez más cerca. Algunos de mis compañeros se han quitado el reloj para no mirarlo. Este banal gesto los acerca aun más. Mis ojos soportan mal esta agónica luz pero mi mente está clara. Tu fotografía ha cambiado. La inmanencia de estas últimas horas ha convertido esta trinchera en un mausoleo de piedra , mientras , a tu rostro le suceden incontables rostros. Los de ayer, pero también el que enmascara al fondo de esa mirada agreste el día postrero en que te anuncien mi sueño congelado en estas tierras de nadie. Hay un hombre acurrucado en una esquina, aquí ya todos los espacios se doblan sobre nuestros exhaustos cuerpos . He visto caer hombres como cosas. Llevo tres días sin dormir. Despierto , no despertaré más. Cuando leas mi carta verás las sombras que los pliegues dibujan, en ellos, en lo que no está escrito, hallarás la verdadera escritura. Mira atentamente estos silencios , acerca tus ojos al silbido del papel al contacto de tus manos recogiendo el relevo de tus manos. Pega tus oídos a las palabras tachonadas con grafito. Relee el impulso de las primeras intenciones y trázalas en un mapa ciego. Yo, por mi parte, desde aquí te reescribo al dictado de mis ojos despiertos de tres días .
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