chinos jugando a las cartas
Quería comprar una máquina de coser, tensar la tela con los dedos bien abiertos y presionarla, hacerla deslizar bajo el filo metálico sobre su velocidad vertical.En lugar de una singer encontró a los chinos formando un corro alrrededor del mostrador. Estaban jugando a las cartas y uno de ellos increpaba a otro. Seguramente le decía que era su turno en la jugada, que no divagara más, que jugara.Los observó durante un rato, invisible para ellos su voz y su presencia, cuerpo de occidental transparente al peso de los siglos. Haber irrumpido en aquella escena tan clara y delimitada le condujo por un instante al centro de otra cultura. Nada había pasado que no fuera el privilegio de entrar en esa hora detenida .
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