se ha pegado la hojarasca a mi zapato, amarilla y despidiéndose. Por más que la arrastro insensiblemente por el bordillo no logro apartarla de mí. Se agarra a mi suela ,despidiéndose.Al final no me queda otro remedio que inclinarme y separarla con mis manos. se quiebra y allí queda tirada mientras yo me alejo indiferente. adios, pienso, ¿para qué tanto teatro si sabes que en un año vas a volver?
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