el argumento: vamos en una excursión en barco . Durante una hora compartimos la compañía de un grupo de desconocidos. El breve tiempo que dura la travesía me sirve para observarlos y pensar , si naufragamos, podríamos compartir nuestras últimas horas con ellos . Y si aun hubiera un tiempo para la despedida, sería a ellos, a estas caras sin nombre y sin historia a los que dirigiríamos las ultimas palabras, serían ellos la imagen ultima de nuestros dias. ¿Y no es así en tierra firme? rodeados también de conocidos desconocidos.

un plato de aceitunas, pienso si no sería mejor llamarlas olivas, pero no es mi costumbre , así que las nombro como siempre y me digo que a todo el mundo le gustan, es raro que no sea así. es raro que las cosas no sean así, casi como las nombramos.

casual . frío . como la publicidad de nuestro pasado. como el movimiento de un perezoso. los cordones de los zapatos anudados automáticamente, para casi nada .todos los dias acordonados y vueltos a desatar. ni aburridos siquiera. es nuestro pasado, la publicidad que le otorgamos, automáticamente.

me haceís entrega de la
palabra para que escriba
de lo que me haceís entrega
como si se perdiera mintras
duerme el propio silencio
rojo corazón atrapado en una
cinta negra
en el oasis sin misión
que es este tritámburete
de letras destrozadas
cuando por error el susurro
de tus ojos tan claros se callaron
después
Avalancha de ideas, total un segundo.

(cadaver exquisito de sara, nando y yo)

ceñirse a trazos silenciosos que no desvelen el sueño de los vivos.
vivos en los aledaños de la escritura.
ceñirse a trazos silenciosos que no desvelen el sueño de los despiertos.
escribir soportando el aleteo de su respiración.
vivo que no lee lo que escribe
si no es en la antesala de su propia escritura,
yacente.

las palabras nos afectan. Pienso, a veces, en una escritura indolora. Escapar del peso a plomo, manoseado, de algunos nombres. Refugiarse del tiempo que vierte en la arena, en puñado de sombra tras el cristal acontecido. Y nos es devuelto el desierto a la frase. Bajo la contingencia de un deseo atávico. Así huir de la palabra amor y de la periferia de sus vocablos, que con una veladura impregnan cada búsqueda. Imaginar al escritor, pobre diablo, enguantado en pura lana virgen , lápiz en mano, y unas flores de plástico que amortajan el texto. El rostro atrás.

cada nido de este ruido feroz que es el suelo nos juzga en la disancia. Como una última canción de este instante sórdido , el deletreo que palpita en la vigilia , a golpe y trazo desdibujado, ...nos persigue la hora vacia.

darle la espada a las palabras

en el cuello de la frase, subir el verbo al cadalso de los sueños.