Más allá de las blancas montañas asoman mis dedos. Diez: Viran cinco a oriente, cinco a occidente. El informe dice que cinco submarinos rojos de octubre van a sumergirse y que lo harán lentamente. Después, cuando el frío de la espuma azote a los que han quedado en la superficie, desde mi puesto de mando les daré ordenes concretas y silenciosas. La segunda inmersión deja sóla a mi cabeza a flote. Aplausos. ¿Aplausos? ¿Acaso finaliza aquí el honorable ejercicio de creer que las cosas no son lo que son? Y a la inversa, la rectitud de mis piadosos pies, que saltan alegres del agua enjabonada con mis submarinas uñas rojas, diez, Casi caigo por ello en el delirio de pensar que se sonríen al verme divertidas por mi eterna convalecencia en otra parte. Seguro que si pudiera mirarme tendría los labios violetas de tanto esperar. Las mismas manos con las que escribo se han "aguachado",...las mismas.
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