el artefacto
mi serenísima y frívola máquina, tendrá a bien escucharme y grabar con toda la fidelidad posible de la que estoy convencido no saldrá bulo alguno. Llevo todo el día intentando comunicar contigo y no podré superar otro sobresalto que me anuncia una voz al otro lado del teléfono que no es la tuya sino la de esta que ahora me graba. podrá parecerte una cuestión baladí, pero que me graben en lugar de escucharme me inquieta e incomoda . También me irrita.Preferiría que una portera diera la vuelta a todo mi discurso,lo sacudiera como alfombra en el balcón para reponérmelo limpito de polvo y paja. Preferiría que por muy trágico que fuera mi mensaje lo cantaran unos mariachis a la luz de dos velas, y preferiría el tránsito intestinal de un "me han dicho que te diga que me han dicho". Prefiero sin más los testigos móviles. Y ahora que parece que mi lengua se va desentumeciendo estoy por hablarle a la máquina y no a tí. Y cuando regreses y el piloto rojo te avise de mi llamada , no vayas a escucharme, pues ya no es contigo con quien quiero hablar, sino con la máquina. Así que he decidido construir una colosal máquina escuchadora. Y querrás saber por qué. No, no culpes a tu contestador (cuánta poesía encuentro de pronto en este nombre). No, no lo culpes, él no ha hecho más que ratificar lo que yo ya venía pensando. Tenemos que reinventar la máquina. Lo ví claro hoy , cuando me dirigía a toda prisa a la galería. En mitad de la plaza que atravieso siempre, de manera meticulosa, escepto cuando planifico un cambio de detalle. Allí estaba como un poste de la luz.Con algo que parecía un "llamador " en la mano. Entonces me viene a la cabeza el hotelito de la playa. Yo estaba esperándote en la recepción, como siempre, el eterno detalle. El dueño había salido y yo ojeaba sin mirar una revista turística que había encima del mostrador. El ruido de una puerta abriéndose me hizo girarme y ví como entraba un hombre de mediana edad. Con los ojos totalmente estraviados, Por un instante me sentí en peligro: El hombre se dirigió a mí.
_Hay dos puertas, Antes he entrado por otra puerta, hay dos puertas, ¿verdad?
Creo que mi cara debió bloquearse en una pieza compacta y como perdida en el espacio sideral.
Y fue así como nuestros rostros se volvieron simétricos, la perfecta simetría de la pregunta.
_¿Hay dos entradas?, ¿verdad? insistió con mi cara en la suya .
la perplejidad compartida es un plato con infinitos sabores.
Entonces, como queriendo buscar una tercera puerta alargó la palma de su mano hasta mis ojos y me dejó ver una llave con un número. No era el mismo llavero que yo gurdaba en mi bolsillo, pero sí idéntico número de habitación.
_Igual se ha confundido de hotel, me atreví a musitar.
Poco faltó para que ambos avistáramos tierra firme, y gritáramos al viento, !tierraaaa!!tierrraaa a la vista!
_¿y cómo se llaman los hoteles de por aquí cerca? es que no recuerdo el nombre del mío.
_ no puedo ayudarle, yo es que también soy algo despistado,contesté aun más desorientado.
_Creo que era el hotel central, ¿es posible?¿conoce alguno por aquí cerca con ese nombre?
_ pues ahora que lo menciona, me suena de algo , pero no podría asegurar...
(¿por qué con la de nombres que hay , todos los hoteles han de llamarse centrales y todas las iglesias de santa maria la tal o la cual?_ lo siento, no puedo ayudarle, pero justo aquí enfrente tiene usted una pastelería y quizá ellos sepan darle razón(qué antiguo me autosonó lo de la razón)
Tardaste aun en bajar, el tiempo suficiente para que yo pudiera dar vueltas en mi cabeza a los de los rostros sorprendidos en idéntico vacio, para que pudiera imaginarme las dos, o quizá tres puertas, para recordar la puerta del estudio de duchamp, para evocar a la mujer de la plaza, para esperar más, para escribir todo esto en mi mente mientras el ordenador me imponía una vertiginosa cuenta atrás, escritura a punto de despegar y perderse en el espacio sideral, donde todo se pierde, al menos una vez, con sus diminutos detalles domesticados.
Te llamo para decir que estoy proyectando una máquina colosal escuchadora y me encuentro con que no estás , no contestas y me contesta un contestador, ..
Imagíname con un gesto muy antiguo. Con una mano sujeto el auricular que apoyo con una oreja y una leve inclinación de mi cabeza. Y con la otra rizo bucles con mis dedos entre el gusanillo cableado del teléfono. Araño la goma que cubre el cable y me viene , como una ráfaga ,el libro de Lev que me recomendó el conferenciante. Aquel de la pulga y los rusos. Y los veo a todos paseando por la avenida Nevski, hasta que unas hordas humanas descienden por las calles y asaltan los palacios y las estatuas.
voy a colgar, querido contestador, mi saldo se acaba y lo nuestro no tiene futuro.
_Hay dos puertas, Antes he entrado por otra puerta, hay dos puertas, ¿verdad?
Creo que mi cara debió bloquearse en una pieza compacta y como perdida en el espacio sideral.
Y fue así como nuestros rostros se volvieron simétricos, la perfecta simetría de la pregunta.
_¿Hay dos entradas?, ¿verdad? insistió con mi cara en la suya .
la perplejidad compartida es un plato con infinitos sabores.
Entonces, como queriendo buscar una tercera puerta alargó la palma de su mano hasta mis ojos y me dejó ver una llave con un número. No era el mismo llavero que yo gurdaba en mi bolsillo, pero sí idéntico número de habitación.
_Igual se ha confundido de hotel, me atreví a musitar.
Poco faltó para que ambos avistáramos tierra firme, y gritáramos al viento, !tierraaaa!!tierrraaa a la vista!
_¿y cómo se llaman los hoteles de por aquí cerca? es que no recuerdo el nombre del mío.
_ no puedo ayudarle, yo es que también soy algo despistado,contesté aun más desorientado.
_Creo que era el hotel central, ¿es posible?¿conoce alguno por aquí cerca con ese nombre?
_ pues ahora que lo menciona, me suena de algo , pero no podría asegurar...
(¿por qué con la de nombres que hay , todos los hoteles han de llamarse centrales y todas las iglesias de santa maria la tal o la cual?_ lo siento, no puedo ayudarle, pero justo aquí enfrente tiene usted una pastelería y quizá ellos sepan darle razón(qué antiguo me autosonó lo de la razón)
Tardaste aun en bajar, el tiempo suficiente para que yo pudiera dar vueltas en mi cabeza a los de los rostros sorprendidos en idéntico vacio, para que pudiera imaginarme las dos, o quizá tres puertas, para recordar la puerta del estudio de duchamp, para evocar a la mujer de la plaza, para esperar más, para escribir todo esto en mi mente mientras el ordenador me imponía una vertiginosa cuenta atrás, escritura a punto de despegar y perderse en el espacio sideral, donde todo se pierde, al menos una vez, con sus diminutos detalles domesticados.
Te llamo para decir que estoy proyectando una máquina colosal escuchadora y me encuentro con que no estás , no contestas y me contesta un contestador, ..
Imagíname con un gesto muy antiguo. Con una mano sujeto el auricular que apoyo con una oreja y una leve inclinación de mi cabeza. Y con la otra rizo bucles con mis dedos entre el gusanillo cableado del teléfono. Araño la goma que cubre el cable y me viene , como una ráfaga ,el libro de Lev que me recomendó el conferenciante. Aquel de la pulga y los rusos. Y los veo a todos paseando por la avenida Nevski, hasta que unas hordas humanas descienden por las calles y asaltan los palacios y las estatuas.
voy a colgar, querido contestador, mi saldo se acaba y lo nuestro no tiene futuro.
1 Comments:
en un libro que se sale de la medicina ortodoxa, y que ingresa en la "medicina del interior, del alma", he leído que la INMOVILidad interior se traduce en reumatismo , en artritis, etc... donde la persona se muestra muy activa por fuera, pero rígida, inflexible por dentro...
Desde entonces tengo una nueva visión de lo inmóvil...
...empezando por mi propia mente...
el libro se titula "la enfermedad como camino", y sencillamente te rompe los esquemas.
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