lunes, febrero 18, 2008

veréis

Veréis, he estado toda la noche caminando por el bosque. He rastreado dibujando órbitas todas y cada una de las cabañas que se adentran más allá de los alcornoques, donde la vegetación se espesa y los senderos se cierran sin aviso. Nada de lo que dijisteis significa demasiado. Nada de lo que especulasteis cuando ya me hube ido. Sabía que vuestras voces quedaban en la mesa puesta y que bailaban con los restos de comida sobre el plato. Sabía que alguno miraría en la misma dirección de mi salida y dejaría escapar un gesto impúdico, cínicamente dedicado a los demás, como si el golpe de la puerta pudiera equipararse a una noche de bombas en el refugio. Podía ver en mi espalda vuestra risa contenida.
Me fui sin haber terminado de pintar los pájaros que dibujé por la mañana. Estuvo lloviendo toda la tarde color gris y trementina . Estuvo lloviendo toda la tarde un apagado trazo, apenas reconocible sobre el blanco, una línea indecisa y transparente. El tronco del árbol donde había estado el carpintero dejaba ver las incisiones horizontales que con su pico había trabajado buscando la parte de la madera de más fácil acceso.
El barro que había dejado
la tormenta me impedía correr. Agarraba mis zapatos con fuerza . Miles de manos de barro , miles de las primeras manos surgían de la tierra e intentaban retenerme. Y yo intentaba en vano despegarme de esa superficie sin la que no era nada. Hasta para los bocetos de mis pájaros necesitaba de ella. Cómo envidiaba la ingravidez del aire que me golpeaba en tan penosa carrera.
Los zapatos los encontraréis muy cerca uno del otro. Uno quedó atrapado, se lo llevaron las manos. El otro se lo entregué yo. Lo sacrifiqué para asegurarme la huida. Dos Icaros de buena piel y cordones. Sé que no resistiréis la tentación de llevarlos al pueblo como testigos, aunque ellos no hablarán porque nada saben. En el monte, allí donde los dejé, describen en su dislocada posición el último de mis golpes firmes sobre esta tierra inhóspita. Enfundados en una bolsa de plástico sobre la mesa del comisario enmudecerán.
No está la noche para dormir en la montaña. Cualquier leve sonido allí es interpretado como una amenaza. El frío hace horas que congeló mis primeras intenciones. Ya casi no puedo repetirme las razones que hasta aquí me han traído. Los últimos pasos fueron dados en círculo. No quiero cerrar los ojos, la humedad ha devuelto a los grises todos sus matices. He de fijarme bien para poder mañana pintarlos. Tengo que memorizarlos bien.
Veréis, mañana, creeréis que han pasado muchas horas, días, toda una eternidad. Mañana quiero que me encontréis, buscadme cerca de los zapatos. Estuve, creo, caminando en círculo y el frío llegó a quemarme. Me he cerrado sin aviso. Nada de lo que dijisteis significa demasiado . Me voy con las manos.

Entonces abro la puerta, empieza el espectáculo, no estoy loca, os digo desde el calor de la lumbre, ¿quién podría aventurarse a salir en una noche de
perros como esta?

1 Comments:

Blogger LIRA said...

qué sugerente ese paseo por el bosque, de noche...aunque luego no fuera verdad...

2:10 p. m.  

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